Infección por el virus de Epstein-Barr (VEB)

La infección por virus de Epstein-Barr (VEB) es una infección causada por un herpesvirus humano tipo 4 (HHV-4), miembro de la familia Herpesviridae, y uno de los virus humanos más frecuentes. La transmisión del virus es mediante líquidos corporales. Lo más frecuentes es que sea a través de la saliva, pero también se puede propagar por la sangre y el semen. La primera vez que una persona se infecta, puede transmitir el virus durante semanas, aún no teniendo síntomas. Una vez en el cuerpo, el virus permanece latente y, si se reactiva, se puede volver a propagar a otras personas. Los síntomas más comunos son fatiga, fiebre, inflamación de hígado y garganta, bazo agrandado o sarpullido. El virus de Epstein-Barr puede llegar a causar mononucleosis infecciosa, así como otras enfermedades. En raras ocasiones, está asociado al cáncer (en particular, al linfoma de Burkitt, carcinoma nasofaríngeo, enfermedad de Hodgkin y linfoma inmunoblástico). El tratamiento sólo sirve para aminorar los síntomas (antipiréticos y analgésicos), y se recomienda beber mucho líquido y descansar. Como prevención se aconseja mantener sexo seguro y no besarse ni compartir nada que nos llevemos a la boca con personas infectadas. El diagnóstico de la infección por virus de Epstein-Barr es todo un reto, ya que los síntomas son parecidos a los de otras enfermedades. Para diagnosticar la enfermedad se detectan anticuerpos en sangre frente a la enfermedad.

El virus está presente a nivel mundial. La mayoría de las personas termina estando infectada con este virus en algún momento de su vida. Alrededor de los 35 años de edad, casi todas las personas tienen anticuerpos del VEB. Los recién nacidos se hacen susceptibles al virus tan pronto como la protección de anticuerpos de la madre desaparece. Cuando esta infección sucede durante la adolescencia, en un 35-50% de los casos da lugar a una mononucleosis infecciosa.